Que no te falte bloqueador solar de buena marca, el repelente para insectos y un poco de antiséptico (habrá inevitablemente algunas picaduras de mosquitos) porque vamos enfrentarnos al clima de la selva tropical más extensa del mundo. Llueva o no, siempre un radiante sol estará por encima de tu cabeza y desde luego esa sensación de humedad omnipresente. La noche se pone fresca y murmurante pero algunas veces puede helar, más si la luna asoma su faz plateada. Después de las capas de barniz que recibiste del Astro Rey mejor si te arropas un poco: frente a cualquier descenso de la temperatura podría parecerte que estás en el interior de un iglú.
¿Y cómo puede ocurrir todo esto en tan pocas horas? Pues bien, resulta que el Amazonas se encuentra en la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), por lo que su clima es toda una “cajita de sorpresas”; lo que si no queda en la incertidumbre es que experimenta una temperatura media entre los 25 y 33 grados centígrados. Pero vamos, contrario a lo que se puede pensar aquí los animales no se cocinan a fuego lento y la vida continúa, no hay mayores quejas al respecto. En cualquier caso esta es una temperatura de picos tolerables, una que también podría hallarse en algunos momentos calurosos del Eje Cafetero, ni comparación con el calorcito de la Costa Caribe. Y aunque no hay brisa marina, ni frescas ráfagas que desciendan de picos nevados, siempre podrás echar mano de la sombra, y muy generosa, de los centenarios arboles de la selva.
Asimismo, hay temporada de lluvias y temporada seca, aunque esto es un valor relativo y aproximado, porque en el Amazonas llueve durante todo el año, otra cosa es que algunos torrenciales disminuyan su intensidad y que a veces la lluvia caiga como una escarcha precedida por dorados rayos de sol. Los locales se han puesto poéticos con este tipo de precipitación y la han bautizado “lluvia blanca”. Otra de esas cosas difíciles de describir sobre el clima amazónico.
De manera que de junio a noviembre (y un poco de diciembre) es la temporada más seca, de allí hasta mayo regresan las lluvias con su debida intensidad para reactivar la vida selvática que se encontraba un poco aletargada tomando siestas de sol en las riberas de los ríos ya no tan anchos y caudalosos. Pero cuando regresa la lluvia, todo se desproporciona y un nuevo paisaje cobra vida. Con todo y ello, ni su temperatura, ni su humedad, ni sus lluvias se muestran como serios impedimentos para hacer una visita o para desarrollar cualesquier actividad ecológica y aventurera. De hecho cada temporada en el Amazonas tiene sus respectivos atractivos. Así que… ¡Qué esperas!
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